Liderazgo en Fútbol ¿Cuál eres?

El día de hoy queremos comenzar con una historia corta para ilustrar de mejor forma lo que es más importante en un equipo.

Esta historia trata de un padre con sus hijos:

“Érase una vez un buen hombre que se ocupaba de las labores del campo. Toda su vida se había dedicado a labrar la tierra para obtener alimentos con los que sostener a su numerosa familia.

Era mayor y tenía varios hijos a los que sacar adelante. Todos eran buenos chicos, pero cada uno tenía un carácter tan distinto que se pasaban el día peleándose entre ellos por las cosas más absurdas. En casa siempre se escuchaban broncas, gritos y portazos.

El labrador estaba desesperado. Ya no sabía qué hacer para que sus hijos se llevaran bien, como debe ser entre hermanos que se quieren. Una tarde, se sentó junto a la chimenea del comedor y, al calor del fuego, se puso a meditar. Esos chicos necesitaban una lección que les hiciera entender que las cosas debían cambiar.

De repente, una lucecita iluminó su cerebro ¡Ya lo tenía!

– ¡Venid todos ahora mismo, tengo algo que deciros!

Los hermanos acudieron obedientemente a la llamada de su padre ¿Qué querría a esas horas?

– Os he mandado llamar porque necesito que salgáis fuera y recojáis cada uno un palo delgado, de esos que hay tirados por el campo.

– ¿Un palo? … Papá ¿estás bien? ¿Para qué quieres que traigamos un palo? –dijo uno de ellos tan sorprendido como todos los demás.

– ¡Haced lo que os digo y hacedlo ahora! – ordenó el padre.

Salieron juntos en tropel al exterior de la casa y en pocos minutos regresaron, cada uno con un palo del grosor de un lápiz en la mano.

– Ahora, dármelos – dijo mirándolos a los ojos.

El padre cogió todos los palitos y los juntó con una fina cuerda. Levantó la vista y les propuso una prueba.

– Quiero ver quién de todos vosotros es capaz de romper estos palos juntos. Probad a ver qué sucede.

Uno a uno, los chicos fueron agarrando el haz de palitos y con todas sus fuerzas intentaron partirlos, pero ninguno lo consiguió. Estaban desconcertados. Entonces, el padre desató la cuerda que los unía.

– Ahora, coged cada uno el vuestro y tratad de romperlo.

Como era de esperar, fue fácil para ellos romper una simple ramita. Sin quitar el ojo a su padre, esperaron a escuchar qué era lo que tenía que decirles y qué explicación tenía todo aquello.

– Hijos míos, espero que con esto haya podido transmitiros un mensaje claro sobre cómo han de comportarse los hermanos. Si no permanecéis juntos, será fácil que os hagan daño. En cambio, si estáis unidos y ponéis de vuestra parte para apoyaros los unos a los otros, nada podrá separarlos y nadie podrá venceros ¿Comprendéis?”

Moraleja: cuida y protege siempre a los tuyos. La unión hace la fuerza.

Nuestros atletas, ya sean adultos o niños deben establecer las mejores relaciones entre sí. Nuestro equipo no será mejor por tener un buen atleta, la clave está en la forma que nuestro equipo juegue como tal.

Nuestro papel de entrenador es favorecer esta relación con un buen liderazgo y no hay solo una única forma de hacerlo: Autoritario, Coach, Conciliador, Democrático, Ejemplarizante o Coercitivo, independientemente del estilo que escojamos o ejerzamos de forma inconsciente hay una cosa muy clara, la clave está en lo que se llama la inteligencia emocional

Tras tener esto claro hablemos de los diversos estilos de liderazgo:

Autoritario:

Este es uno de los estilos más eficaces, ya que deja claro los objetivos, deja clara la importancia de cada miembro del equipo y hace hincapié en el compromiso necesario con los objetivos establecidos, de esta forma siempre un líder autoritario deja margen al equipo para que haga su trabajo.

Coach:

Animan a los trabajadores a marcarse objetivos de desarrollo a largo plazo y a conceptualizar un plan para alcanzarlos. Llegan a acuerdos con ellos sobre su función y sus responsabilidades en la consecución de los planes de desarrollo y ofrecen gran cantidad de instrucciones y comentarios.

Conciliador:

Este tipo de líder valora por encima de todo el estado personal y las emociones de sus jugadores, por delante de objetivos y tareas de cada jugador para garantizar una armonía en su equipo. Le importa el bienestar y la armonía entre ellos. Se dedica a construir fuertes vínculos emocionales y esperar a que proporcionen lealtad. No impone límites innecesarios sobre la forma de proceder de sus jugadores.

Es junto el autoritario el estilo más efectivo y se usa en especial en casos en que haya que reconstruir la confianza y crear armonía en el equipo y aumentar su moral.

Democrático:

El responsable de un equipo consigue confianza, respeto y compromiso. Al permitir que el entorno dé su opinión sobre decisiones que afectan a sus objetivos y a su forma de proceder, el líder democrático fomenta la flexibilidad y la responsabilidad y al escuchar las preocupaciones de los demás descubre qué hacer para mantener alta la moral.

Este estilo es ideal para cuando no tenemos demasiado claro qué rumbo tomar y buscamos consejo y opinión, descartamos este estilo si entrenamos a un equipo muy principiante o que no tiene las suficientes nociones como para aconsejar de forma adecuada y beneficiosa.

Ejemplarizante:

Utilizarlo con moderación. En este estilo, el líder establece unos niveles de rendimiento muy altos y los ilustra personalmente, demostrando una cierta obsesión por hacer las cosas mejor y más rápido exigiendo lo mismo de su equipo, de esta forma detecta a quienes rinden menos para exigirles más, sustituyéndolos en el caso de que no den la talla. Pero cuidado, este tipo de liderazgo tira por el suelo el buen clima que se haya generado en el equipo, fomenta rivalidad y miedos a no ser lo suficiente para el equipo.

Coercitivo:

Su principal característica se define en tratar que su equipo cumpla las tareas que ordena de forma inmediata, para ello da instrucciones concretas y precisas. Pero ¡cuidado! Este estilo es el que peores resultados ofrece, aunque el más utilizado, dado que es sencillo de comprender y tiene una corriente de pensamiento muy vertical, matando la innovación e iniciativas, debilita el sentido de responsabilidad del equipo.

¿Y tú qué tipo de líder eres? ¡Coméntanos en nuestras redes!
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